Es todo un símbolo que el día del
congreso de Coalición Canaria --y en
vísperas del de el PSC-PSOE, su socio--
la Asociación española de
Directores y Gerentes de servicios Sociales vuelva a dar un requetesuspenso a
Canarias en la aplicación de la Ley de Dependencia, cuyas aportaciones
financieras estatales servían al Gobierno de Paulino “para hacer caja”, como tantas veces sostuvo
una aguerrida Paquita Luengo. Digo
servían, ya que el PSC-PSOE no ha vuelto a hablar de esto. Ni, según la
nota (2.1), a mejorar el trato a los dependientes.
Paulino reclama más apoyo de los canarios a CC para “echarle pulsos al Estado”. A Canarias le puede venir bien que existan opciones de ámbito estrictamente canario. El Estado Autonómico, como cualquier sistema democrático descentralizado, funciona empujado por la competencia de intereses y territorios a la que debe servir de cauce. Sin embargo, cuando la única forma de expresarse los intereses canarios es a través del discurso nacionalista, la utilización del conflicto con el Estado como coartada está servida. Como coartada para no hacer balance del ejercicio del poder que CC ha monopolizado durante tanto tiempo. Ni de las oportunidades desaprovechadas, tal vez para siempre, a lo largo de los años de vacas gordas.
La dirigencia del PSC-PSOE tiene amarrado ya SU congreso. No se prevé el menor sobresalto. Que coincida el peor resultado de treinta años de elecciones al Parlamento Canario con ese sismógrafo tan plano es un síntoma inequívoco. De que algo no funciona.
He dicho, y lo mantengo, que puestos a hacer recortes en los servicios y programas sociales prefiero que los hagan los socialistas. Porque los harán a regañadientes, por convicción y por instinto político de supervivencia.
Creo, además, que es mejor que Canarias no esté en manos de un gobierno del PP en estos momentos. Simplemente porque la concentración de poderes ahoga la sociedad libre. Y porque una de las grandes razones de ser del federalismo es precisamente esa: “… el poder que se desprende del pueblo se divide entre dos gobiernos distintos (el Federal y el de los Estados miembros), y luego la porción que le corresponde a cada uno se subdivide en departamentos diferentes y separados (legislativo, ejecutivo y judicial). De aquí surge una doble seguridad para los derechos del pueblo…”. Así lo argumentaba James Madison al defender la Constitución Norteamericana de 1787.
El PSC-PSOE no puede hacer otra cosa que gestionar los estragos de la crisis y de una herencia ajena de veinte años de hegemonía de CC y de su forma de ejercer el poder.
No es perceptible, ni en el discurso del Gobierno canario ni en las decisiones que toma, la huella de un discurso o de unas prioridades inspiradas por la dirigencia socialista. Más bien lo contrario: cada vez es más frecuente la utilización por los Spínola y Cía. de las muletillas de Coalición Canaria: la exportación de errores y responsabilidades. Y su disposición llamar ahora ajustes a lo que en la pasada legislatura los socialistas canarios llamábamos recortes, recortes que CC y PP hacían en los servicios públicos fundamentales mientras se mantenían gastos completamente superfluos. Esta burocracia atolondrada no quiere caer en la cuenta de que quien impone el lenguaje, impone su hegemonía y la de los intereses que representa. En este caso, CC no impone: sencillamente mantiene una supremacía gastada. Ahora, con el bastón de un PSC-PSOE a la deriva.
En Canarias hay exigencias de fortalecimiento y calidad democráticos que son irrenunciables. Sin coste económico. Debieron ser la señal de que este Gobierno participado por el PSC-PSOE no era uno más de la serie interminable. Pero la inanidad de algunos lo ha impedido. Me refiero a la reforma electoral, a la del régimen de la RTVC, a la del Catálogo de Especies “desprotegidas”, a la evaluación en serio de la Ley de Dependencia, al cuestionamiento de verdad de la colonización del Presupuesto por la caterva de los 109 altos cargos de conciencia (y su cohorte de asesores de la nada)…
Es indudable que la adopción de medidas claras en esa dirección habría contribuido a mejorar la confianza de los canarios en sus Instituciones. En tiempos de crisis, el restablecimiento de la confianza en los gobernantes es uno de los ingredientes esenciales de la solución. Sólo esa confianza hace posible proponer a los ciudadanos una tarea colectiva esperanzadora, aunque entrañe sacrificios.
Sólo la confianza en que el reparto de sacrificios será justo y que al final del túnel habrá una Canarias mejor para todos movilizará todas las energías disponibles. Que son muchas en el aquí y ahora de las Islas.
La dirigencia socialista se ha inhibido de todo eso, a cambio de colmar sus pulsiones freudianas de poder. Por eso evitan como sea la pregunta clave: que no es la de con quién gobiernas, porque en democracia parlamentaria el pacto es lo habitual. Sino la de en qué condiciones y para qué. Porque no tienen arrestos para la única respuesta franca: en las condiciones que sea y para estar en el gobierno. Jerónimo será siempre más descarado que sus epígonos. Y lo dijo claro: no importan los resultados electorales, sino estar en el Gobierno.
Por eso, y porque los resultados electorales fueron pésimos, en el Congreso del PSC-PSOE no hay demasiadas cosas que celebrar. Les da vértigo simplemente pensar en abrir una nueva etapa en la que tuvieran que coexistir los que están en el Gobierno con una nueva dirección y nuevos retos con aliento de futuro. Que es exactamente lo que han intentado, aunque con poco éxito por lo que se va viendo, los que más instinto de poder tienen en CC.
El PSC-PSOE va a dar continuidad a la estrategia impuesta por una burocracia tan ambiciosa de “tocar poder” como anodina. Ser partido-bisagra-disponible-para-pactos. Eso es malo para Canarias y puede acabar siendo letal para el PSC-PSOE. Pero con el reparto de cargos la dirigencia lo tiene todo controlado. Esa era su estrategia. No conocen otra. Al menos, tengan el decoro de reconocerlo.
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